Contenido
1.
Introducción
3
2.
Generalidades de la consultoría
4
1.1
Concepto, naturaleza de la consultoría
4
1.2
Alcances e importancia de la consultoría
6
1.3
Profesionalismo y la ética en la consultoría
9
1.3.1 El papel del administrador en la consultoría
16
1.4
Certificación del consultor
19
1.5
Tipos de consultores
22
3.
Conclusión
24
4. Linkografia
25
1.
Introducción
«El asesoramiento
gratuito resulta a menudo demasiado caro.»
Autor desconocido
La época que nos ha
tocado vivir es bastante preocupante, la vida cotidiana nos va enseñando que las
cosas materiales han ido perdiendo su valor monetario, la devaluación del peso
en nuestro país es eje fundamental que la economía tanto del país, como del
mundo está cerca de padecer una crisis, y por ello es tan preocupante que
dentro de una empresa se comiencen a ver los riesgos y la forma de superar cada
reto de la actualidad.
La consultoría de
empresas ha demostrado ser un servicio profesional de mucha utilidad que ayuda
a los gerentes o directivos de las empresas a analizar y solucionar problemas
que afronta la empresa. Es por ello que
es de vital importancia tocar este tema. A continuación se presenta una investigación
que explica de manera detallada los principios básicos de la consultoría.
Generalidades de la
consultoría
1.1
Concepto, naturaleza de la consultoría
Conceptos:
El Instituto de consultores de empresas
en México define la consultoría de empresas de la siguiente manera:
“La
Consultoría organizacional es el servicio prestado por una persona o personas
independientes y calificadas en la identificación e investigación de problemas
relacionados con políticas, organización, procedimientos y métodos de trabajo
de una organización y la recomendación de medidas apropiadas para su solución;
y la prestación de asistencia en la aplicación de dichas recomendaciones”.
”La
consultoría de empresas puede enfocarse como un servicio profesional o como un
método de prestar asesoramiento y ayuda prácticos. Es indudable que se ha
transformado en un sector específico de actividad profesional y debe tratarse
como tal. Simultáneamente, es también un método de coadyuvar con las organizaciones
y el personal de dirección en el mejoramiento de la gestión y las prácticas
empresariales, así como del desempeño individual y colectivo.”
Las definiciones empleadas por otras
asociaciones profesionales, son muy parecidas. Esto indica que la consultoría
de empresas es un servicio al cual los directores de empresas pueden recurrir
si sienten necesidad de ayuda en la solución de problemas. El trabajo del
consultor empieza al surgir alguna situación juzgada insatisfactoria y
susceptible de ser mejorada, y termina, idealmente, en una situación que se ha
producido un cambio que constituye una mejora.
“Se
entiende como cualquier forma de proporcionar ayuda sobre el contenido, proceso
o estructura de una tarea o de un conjunto de tareas, en que el consultor no es
efectivamente responsable de la ejecución de la tarea misma, sino que ayuda a
los que lo son”.
Una consultoría se realiza generalmente
cuando se percibe la necesidad de ayuda profesional por arte de la empresa,
otras razones son cuando se detectan problemas entre lo planeado y lo
realizado, para mejorar la situación actual sin necesidad de que ya se haya
detectado un problema, mejorar las competencias de la organización o mantener
el dinamismo en una empresa.
Hay distintos enfoques o acercamientos
para hacer una consultoría uno de ellos es la consultoría colaborativa; como su
nombre lo indica en ella hay una constante participación de ambas partes
(cliente y consultor), en general nos dice que los trabajadores de la empresa
son capaces de mejorar la situación, lo único que hace el consultor es aplicar
su conocimiento para dirigir los esfuerzos en la dirección correcta.
En los últimos años la consultoría se ha extendido de
forma impresionante y se
ha ampliado considerablemente la gama de los servicios que pueden prestar los
consultores.
1.2
Alcances e importancia de la consultoría.
El objetivo fundamental de la consultoría
profesional es proporcionar recomendaciones viables e implantar medidas
apropiadas para aumentar la productividad y la competitividad de las empresas.
En Estados Unidos de Norteamérica existen más
de 7000 firmas de consultoría de
empresas y en México cada día se contratan más los servicios de las empresas
que se dedican a la consultoría.
Las cifras son relativamente inferiores en
Europa, pero en el Reino Unido y en muchos otros países europeos, el
crecimiento de la consultoría ha sido muy notable los últimos 25 años.
En los países desarrollados las grandes
empresas, las medianas e incluso las pequeñas, emplean frecuentemente los
servicios de consultores profesionales.
En algunos países, las empresas pequeñas
disponen de servicios de consultoría subsidiados por los gobiernos, como parte
del fomento de la pequeña empresa.
Las características más importantes de la consultoría de empresas
son los siguientes:













Existen varias formas de proporcionar
consultoría, entre las que destacan:




Un gerente o director de empresa puede recurrir a un
consultor si percibe una necesidad de ayuda de un profesional independiente y
considera que el consultor será la persona adecuada para prestarle esa ayuda.
Sin embargo, ¿de qué tipo de ayuda estamos hablando? ¿Cuál puede ser el
objetivo de utilizar a un consultor?
Las razones de la consultoría se pueden considerar desde diversos ángulos
y describirse de diversas formas. Examinemos, primeramente, cinco razones
amplias o genéricas que motivan a los clientes cuando recurren a consultores,
independientemente de las diferencias del campo técnico de intervención y del
método concreto de intervención utilizado:





1.3
Profesionalismo y la ética en la consultoría.
Al expandirse la consultaría de empresas,
hubo una época en que prácticamente cualquier persona podía llamarse consultor
y empezar a ejercer como tal. En sus primeros años la ocupación atraía a
individuos buenos, malos y mediocres. Usamos la palabra «ocupación» deliberadamente:
las «profesiones» rara vez empiezan como tales. La conciencia y el
comportamiento profesionales surgen cuando a la posesión de unos pocos
conocimientos, característica de la primera época, sucede la aplicación
competente de un cuerpo de conocimientos de aceptación general según normas de
conducta reconocidas. Las profesiones médica y jurídica y las diversas
profesiones científicas siguieron esta evolución, y la consultoría de empresas
avanza por el mismo camino.
Definición de una
profesión
Antes de examinar detalladamente cómo puede
un consultor mejorar sus métodos profesionales, debemos mencionar los criterios
normalmente utilizados para definir una profesión. Estos criterios, sobre los
que se ha dicho y escrito mucho, se pueden resumir bajo cinco encabezamientos.
Conocimientos teóricos y
prácticos
Existe un cuerpo definido de conocimientos
propios de la profesión que se pueden adquirir mediante un sistema de enseñanza
y capacitación profesional. El nivel necesario de conocimientos profesionales
no se alcanza sin cierto número de años de experiencia práctica, además de una
enseñanza superior completa, de preferencia con la orientación de miembros
experimentados de la profesión. Además, la práctica de la profesión mantiene
constantemente al día los avances importantes en la teoría y la práctica.
El concepto de servicio e
interés social
El profesional pone sus conocimientos
teóricos y su experiencia a disposición de los clientes a los que presta
servicios a cambio de una remuneración apropiada. Los verdaderos profesionales
se caracterizan por el «espíritu de servicio»: atienden a los intereses y
necesidades de su cliente, a los que subordinan su propio interés. Sin embargo,
consideran el interés del cliente desde una perspectiva social más amplia y
tienen presentes las necesidades y los intereses sociales mientras prestan
servicio a los clientes individuales.
El enfoque profesional
¿Cuáles son, pues, las características destacadas
de un enfoque profesional en la consultoría de empresas? Algunas de ellas se
pueden encontrar, en forma sucinta, en los códigos deontológicos adoptados por
las organizaciones de consultores de empresas; en otros casos figuran en
folletos de información publicados por las empresas de consultoría. Estas son
las normas defendidas colectivamente, es decir, por los miembros de una asociación
de consultores o de una empresa de consultoría que ha declarado oficialmente
cuáles son sus normas éticas. No obstante, en muchas situaciones es imposible
remitirse a una declaración oficial de normas que determinen el comportamiento
profesional y ético. En esos casos el consultor se puede orientar por un código
personal de ética y comportamiento profesionales, que representa su propia
concepción de lo que es una práctica adecuada y una inadecuada, y de lo que es
beneficioso para el cliente y para la comunidad y lo que no lo es.
El consultor ocupa una posición de confianza;
el cliente cree muy probablemente que ciertas normas de comportamiento serán
respetadas sin que tengan ni siquiera que ser mencionadas. Muchos clientes
piensan que los consultores nunca utilizarían falsas credenciales y algunos
clientes ni siquiera están en condiciones de evaluar la competencia técnica del
consultor.
El consultor puede estar en una posición de
superioridad técnica y poseer conocimientos teóricos e información de que carece
el cliente. Por otro lado, el cliente puede estar en una situación de debilidad,
incertidumbre e incluso angustia.
Cualquier consultor que aspire a convertirse
en un auténtico profesional debe aclarar su propia concepción de la ética y las
normas que ha de respetar en su colaboración con los clientes. Esto se aplica
por igual a los consultores externos o internos, así como a toda persona que
intervenga a título de consultor, aunque no sea un consultor a tiempo completo.
Las características siguientes de un enfoque profesional son
esenciales.
Competencia técnica
La competencia técnica del consultor es la
base del enfoque profesional.
Sobre todo, debe poseer el tipo de conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para un cliente particular. Por regla general, el
consultor debe poder y querer evaluar críticamente sus propios conocimientos
teóricos y prácticos al considerar un nuevo contrato o al llegar en su cometido
a un punto en el que se necesitan otras competencias. Un consultor profesional
nunca presentará una falsa imagen de sí mismo, pretendiendo que puede realizar
una tarea que queda fuera de su competencia, incluso aunque esté escaso de
trabajo y ansioso de obtener alguna misión.
Normas éticas
Existe un conjunto de normas éticas reconocidas,
compartidas y aplicadas constantemente por los miembros de la profesión. Esas
normas definen qué es un comportamiento apropiado y cuál no lo es en la
prestación de servicios profesionales. Exigen más que el simple respeto de la ley:
un comportamiento perfectamente legal no siempre es considerado ético por las
normas profesionales.
Sanción de la comunidad y
aplicación
La comunidad en que el profesional actúa y la clientela a la que
presta servicios reconocen el papel social, la situación jurídica y las normas
éticas y de conducta de la profesión. El reconocimiento puede ser explícito
(por ejemplo, por medio de un texto jurídico que rija y proteja la práctica
profesional). Este puede incluir definiciones de los niveles de instrucción y
otros requeridos, y los exámenes especiales que se han de aprobar, así como de
las conductas consideradas como no profesionales e ilegales y las sanciones correspondientes.
Autodisciplina y
autocontrol
Cuando presta servicios a clientes, un miembro
de la profesión aplica la autodisciplina y el autocontrol al observar las
normas de conducta profesionales. La profesión se organiza en una o en varias
instituciones a las que los miembros se adhieren voluntariamente (asociaciones,
institutos, cámaras, etc.), ejerciendo de esa manera la autorregulación y el
autocontrol colectivos con respecto a la aplicación de un código deontológico
aceptado y al ejercicio de la profesión. Un objetivo igualmente importante de
esas instituciones profesionales consiste en defender los intereses colectivos
de la profesión, al tratar con representantes de los clientes y de la
comunidad.
Los contratos de consultoría a menudo entrañan
aspectos en los que el interés del cliente puede estar real o potencialmente en
conflicto con los intereses sociales más amplios. O el consultor puede
descubrir prácticas que, según las normas sociales imperantes o su opinión
personal, son socialmente nocivas o indeseables, cuando no ilegales. El
consultor se enfrenta con un auténtico dilema ético. Puede tener la posibilidad
de solicitar asesoramiento de colegas más experimentados o de amigos, pero por
último tendrá que resolver por sí mismo ese dilema, lo que puede resultar
difícil.
Asociaciones profesionales
En varios países los consultores de empresas
han establecido asociaciones profesionales voluntarias para que representen sus
intereses comunes. Esas asociaciones han desempeñado un papel destacado en la promoción
de las normas profesionales de la consultoría y han ayudado a esta nueva
profesión a ganarse la confianza de los círculos empresariales y una buena
reputación en la sociedad.
En general, las asociaciones de consultores
de empresas contribuyen al fortalecimiento de la profesión mediante:








La pertenencia a una asociación profesional
es voluntaria, pero se elige por diversas condiciones que definen las
características de los miembros y la adhesión a una obligación moral
colectivamente aceptada. No todos los consultores son miembros. Existen casos
de empresas de consultoría importantes que no reúnen todas las condiciones para
ser miembros, o cuya dirección ha adoptado una postura elitista, considerando
que una empresa profesional sólida y bien asentada puede definir sus propias
normas y no necesita ninguna orientación o supervisión de una asociación
profesional. Existen también consultores individuales que no son miembros,
porque no cumplen algún criterio de admisión o porque no ven qué ventajas
podrían obtener con su adhesión.
En algunos países, existen dos tipos de
organizaciones de consultores: las asociaciones de empresas y los institutos o
asociaciones de consultores individuales. Esto refleja las diferentes
percepciones de lo que necesitan las empresas consultivas, a diferencia de los
individuos empleados en la consultoría de empresas como consultores aislados.
Las asociaciones de empresas tienden a concentrarse en la promoción de las
empresas y en cuestiones en las que está interesada toda la consultoría,
mientras que los institutos están principalmente interesados en las
calificaciones y la promoción de los consultores individuales. Esta dicotomía
es bastante común en el mundo anglosajón, aunque se han hecho varios intentos
para transformar la «cohabitación amistosa» de estos órganos voluntarios en una
colaboración directa e incluso en una integración.
Códigos de conducta
Las asociaciones profesionales de los
consultores de empresas atribuyen suma importancia a los códigos de conducta
profesional (ética, deontología, práctica profesional), que utilizan como
instrumentos básicos para establecer la profesión y proteger su integridad, y
para informar a los clientes acerca de las normas de comportamiento observadas
por los consultores. Consideran los códigos como declaraciones que suponen, por
parte de los miembros, una asunción voluntaria de la obligación de
autodisciplina, que puede llegar más lejos que los requisitos de la ley. Naturalmente, no es el código de conducta en
sí, sino su aplicación rigurosa e inteligente por todos los miembros de la
asociación lo que determina el valor profesional real y la integridad de los
servicios de consultoría.
Muchos códigos contienen una cláusula en
virtud de la cual los consultores se comprometen a no hacer nada que pueda
menoscabar el prestigio de la consultoría de empresas como profesión. Esto deja
un gran margen de discreción a los propios consultores, lo cual es bastante
comprensible. Un código no puede ser excesivamente detallado y concreto, puesto
que no sería aplicable a todos los miembros y en todas las situaciones en las
que intervienen. Además, un código no puede prever nuevos problemas y situaciones
futuras en las que los consultores deberán ponderar qué es profesional y qué no
lo es. Como señaló Gordon Lippitt, «el proceso de evaluación constante del
propio código deontológico y la aplicación de esas normas éticas debe proseguir
a lo largo de toda la vida profesional, recurriéndose a colegas de confianza
como puntos de referencia y aclaradores. La adquisición de una competencia
ética reduce la ansiedad y aumenta la eficacia en la adopción de decisiones en
situaciones concretas, por lo que ha pasado a ser un elemento constante en el
proceso de consultoría»
1.3.1 El papel del administrador en la consultoría
El
consultor-administrador no solo debe ser considerado como un profesional con
conocimientos generales; sino como un coordinador capaz de dirigir grupos
multidisciplinarios, evitando así la competencia con otras áreas especializadas
(contaduría e ingeniería por ejemplo) que son reconocidas por prestar este servicio. Llegar a ser un
consultor supone una decisión de importancia y de tener una capacidad de
análisis sobre las organizaciones con un enfoque dinámico, y no como sistemas
estáticos; como unidades cambiantes de acuerdo a las condiciones internas y
externas.
Aquí se encuentra una cuestión
relevante para todo aquel que quiera ser un consultor: ¿Qué cualidades o
competencias se deben desarrollar para ser un consultor de empresas? Respecto
estas competencias que debe desarrollar un consultor se pueden clasificar en
dos categorías:
A) Las intelectuales (o
aptitudes), y;
B) Los atributos personales
(o actitudes).
Dentro de las
cualidades intelectuales se encuentra que los profesionistas dedicados a la
consultoría deben contar con capacidad de
aprender de los demás y saber evaluar lo qué los demás nos están tratando de
decir, cualidad que todo profesionista dedicado a su área debe tener
presente para la realización de su función, tomándolo como un principio
fundamental para la prestación de cualquier servicio, ya sea de consultoría o
dentro de la empresa. Hay que recordar que los consultores profesionales dentro
de la organización deben tomar en cuenta los factores con los que tratan y que
resultan fundamentales para la profesión y que son:
a) Los factores culturales; y,
b) el factor humano organizacional.
Estos factores se deben tomar en cuenta por el
consultor desde que empieza su labor de asesoramiento dentro de la organización; ya que es su objetivo
resolver los problemas que se susciten dentro de la organización, la que se
encuentra formada por grupos de individuos, los cuales desempeñan funciones
sociales, ritos y rituales que conforman la cultura de la organización en sí,
no establecidas en las funciones administrativas.
El Licenciado en Administración como
consultor
Para llevar a cabo esta
tarea un buen consultor debe tener un perfil profesional con las siguientes
características:
Tabla.
Descripción de los perfiles del consultor y del licenciado en
administración
Consultor
|
Licenciado
en Administración
|
Capacidad para analizar problemas complejos.
|
Tener
conocimiento del proceso de toma de decisiones.
|
Tiene sentido del clima de la organización.
|
Tiene como
objeto de estudio a las organizaciones
|
Ser ético.
|
Ser objetivo y
ético
|
Contar con un sentido de la oportunidad para establecer relaciones
personales multidisciplinarias.
|
Ser un líder
para el manejo de grupos multidisciplinarios.
|
Elaborado con base en Kubr
(2009) y FCA-UNAM (2010)
Como se puede
apreciar en el cuadro anterior el Licenciado
en Administración está capacitado para la actividad profesional de
consultor, inherente a la naturaleza de los planes de estudio de la carrera ya
que dentro de las aulas la información recibida es tan variada que podemos
trabajar con otras áreas del conocimiento aplicables dentro de la consultoría.
Es decir el mejor candidato para llevar a cabo las mejoras a una organización
es precisamente el encargado de su estudio y por su preparación educativa
el Licenciado en administración es el
indicado. Es hasta estas fechas que la consultoría está considerada dentro de
los planes de estudio, con la finalidad de que el egresado no ignore esta área
dentro de su campo de actuación.
El Licenciado
en Administración tiene por objeto de estudio a la organización, sus áreas,
procesos y aplicación de recursos; enfocado principalmente dentro de las áreas
funcionales de la misma: producción, finanzas, mercadotecnia y recursos
humanos, estancándose solo para laborar dentro de la organización con los
sistemas ya determinados por la misma, sin que el Licenciado en Administración
se preocupe en volver eficientes los modelos ya establecidos, o
reinventándolos. Esto también se debe a la inercia al cambio que ejercen los
mandos ejecutivos de la organización, así como a carencias culturales de
nuestro país. Como se mencionó anteriormente, es con los individuos que forman y
dirigen las organizaciones, con los que el consultor debe tratar, antes y
durante la realización de su función dentro de la organización.
Sin embargo la
consultoría para las diversas profesiones que la llevan a cabo, la
conceptualizan como una actividad meramente complementaria de su actividad
principal, es decir los profesionales ven en la actividad de consultoría no un estilo de vida sino una forma
complementaria del desarrollo de su actividad profesional.
1.4 Certificación del consultor.
Certificación y concesión de licencias
Otro tema manifiestamente polémico que se
debate no sólo en las empresas y asociaciones de consultores, sino también en
los círculos de los usuarios, es el de si se ha de aplicar la certificación (el
título profesional) o la concesión de licencias a los consultores de empresas.
Este debate es indicativo de las aspiraciones profesionales y del sentimiento
creciente de responsabilidad social de los consultores, así como de los
diversos factores que retrasan la profesionalización.
En algunos círculos se considera que la
certificación constituiría un paso hacia un reconocimiento amplio de la
consultoría de empresas como una auténtica profesión. Las empresas, las
administraciones públicas y el público en general desean tener una garantía de
que los consultores de empresas que participan en decisiones importantes en los
sectores privado y público son profesionales probados. La certificación
contribuiría a promover la situación internacional de los consultores de
empresas y les ayudaría a competir con otras profesiones, en las que la
certificación es una práctica establecida hace tiempo. Por último, la
certificación debería aplicarse a individuos y no a empresas: «Ninguna
auténtica profesión se puede basar en la calificación de empresas», escribió en
1962 James Sandford Smith, presidente fundador del Instituto de Consultores de
Empresas del Reino Unido.
Por otro lado, se plantean varias objeciones: que la certificación
no puede garantizar sino la aplicación de criterios generales y bastante
elementales de admisión a la profesión; que no puede probar que el consultor
sea idóneo para un trabajo determinado; y que, después de todo, la consultoría
de empresas es un negocio en sí y que un consultor que pasa la prueba del
mercado encontrando a un número suficiente de clientes no necesita ningún documento
que certifique su competencia.
Los que se oponen a la certificación alegan
asimismo las dificultades que entraña la determinación del alcance de la consultoría
de empresas, la falta de un cuerpo de conocimientos generalmente aceptado y la
superposición entre la consultoría y otros sectores profesionales. Algunas
empresas importantes rechazan la legitimidad de los institutos de consultoría
para certificar a sus empleados. En el mejor de los casos accederían a la
certificación de individuos que actúan por su cuenta.
Avance hacia la certificación
Los hechos muestran que la certificación está
haciendo lentos progresos.
En varios países los institutos nacionales de
consultoría de empresas han introducido un procedimiento de certificación
voluntario; los candidatos que satisfacen los criterios pasan a ser
«consultores de empresas autorizados».
También ocurre que el consultor debe cumplir
determinados criterios para pasar a ser miembro de pleno derecho en el instituto;
la condición de miembro de pleno derecho equivale, por tanto, a la
certificación.
Por ejemplo, los consultores pueden pasar a ser miembros de pleno
derecho del Instituto de Consultores de Empresa del Reino Unido, si reúnen las
condiciones siguientes:





Otros institutos pueden haber elegido condiciones
diferentes, con inclusión de exámenes escritos, la participación en un programa
especial de perfeccionamiento del consultor o la reserva de la condición de
miembro a los consultores externos.
Para promover y uniformar la certificación en
todo el mundo, el Consejo Internacional de los Institutos de Consultoría de
Empresas ha establecido un modelo internacional. Como un conjunto de requisitos
mínimos para pasar los procedimientos de certificación nacionales. El modelo
tiene por objeto alcanzar una reciprocidad internacional entre los institutos
miembros, gracias a la cual la certificación otorgada por un instituto miembro
sea reconocida por otros institutos que participan en el sistema.
Sin embargo, el avance hacia la certificación
ha sido lento y aún subsisten cuestiones polémicas. Pocos clientes están al
tanto de la existencia de la certificación, que se utiliza, en consecuencia,
raras veces como un requisito de recalificación para la selección de los consultores.
El número de consultores autorizados sigue siendo pequeño: unos 3 600 en el
Reino Unido (del 15 al 30 por ciento de la población de consultores, según la
definición utilizada), pero no pasa de 1 700 en los Estados Unidos
(aproximadamente el 2 por ciento), cifra inferior al del vecino Canadá (2 200).
Concesión de licencias
La certificación y otros procedimientos
análogos son voluntarios y se dejan en manos de las organizaciones privadas de
consultores. La concesión de licencias o el registro oficial puede ser obligatoria.
Esto significa que, para ejercer la profesión, un profesional (empresa o
persona individual) debe solicitar y obtener una licencia oficial, que se
concede si el profesional reúne ciertos criterios. La certificación no tiene
que responder a ningún criterio. La licencia se puede retirar en casos de mala conducta.
La concesión de licencias puede corresponder directamente a una autoridad
estatal, o delegarse en una asociación de miembros, que actúa con la
orientación y vigilancia de la administración pública.
En general, los consultores de empresas
tienen escasa experiencia con respecto a la concesión de licencias; sus
opiniones sobre esta práctica reflejan principalmente sus actitudes generales
con respecto a la libre competencia y a la intervención estatal. Algunos
consultores se oponen enérgicamente a la idea de la concesión de licencias, que
consideran como una violación innecesaria de su libertad. Otros tienden a
reconocer que el avance hacia el profesionalismo puede requerir cierta forma de
concesión de licencias flexible y no burocrática, desempeñando a este respecto
un papel esencial una organización profesional que disfrute de una excelente
reputación y de la plena confianza no sólo de los consultores, sino también de
los clientes, las autoridades estatales y el público en general.
1.5 tipos de consultores:
Los consultores pueden ser
“externos” a la organización, que es el caso más generalizado cuando se desea
aplicar enfoques o técnicas sobre los cual es la organización no cuenta con
especialistas; o internos, cuando se utilizan directivos o especialistas de la
propia organización. Entre las ventajas de los “consultores externos” se
señalan que: es independiente, tiene un juicio “fresco, imparcial y no
comprometido” con los problemas de la organización, maneja experiencias de
otras organizaciones, puede tener más credibilidad que miembros de la
organización. Entre las desventajas están que: no conoce la estructura, la
cultura organizacional ni la empresa, por tanto, debe emplear algún tiempo en familiarizarse
con el medio, aunque nunca conocerá la organización como los que “viven” en ella. En el caso de los
“consultores internos” entre sus ventajas se encuentran que: conocen la
estructura, las personas y los procedimientos, esta “disponible” todo el
tiempo, es un especialista en algún área de la empresa, conoce los problemas a
fondo. Entre las desventajas se encuentran que: se le considera de la “familia”
y, por tanto, puede tener menos credibilidad y autoridad que un externo, puede influenciarse
por la “historia” y prejuicios sobre procesos y personas, no puede aportar
experiencias de otros lugares.
Además podemos decir que existen dos clases de
consultores:


Actitudes
Consultor junior
|
Consultor senior
|
Comienza a conocer las dinámicas que se manejan en la empresa en
particular.
|
Conoce las dinámicas que interactúan
en el mercado.
|
Su conocimiento se concentra en las estrategias de la empresa en
que se encuentra.
|
Conoce la estrategia del grupo
empresarial por entero.
|
Se alinea a lo que el cliente quiere hacer.
|
Es creativo en la dinámica del
cliente.
|
Poco conocimiento del área de negocios se limita a los procesos.
|
Involucrado con el medio a través de
la lectura de temas de actualidad: el cliente espera que sepa de negocios.
|
Su intervención es espontanea.
|
Crea metodología de intervención con
el cliente.
|
Supervisa y ejecuta al mismo tiempo.
|
No supervisa lo que no ha ejecutado.
|
Aptitudes:
Juventud.
|
Experiencia.
|
Superficialidad.
|
Profundidad.
|
Su manejo se basa en “teorías”.
|
Involucrado en los negocios.
|
Puede ser más creativo.
|
Se puede enlatar.
|
Utiliza medios publicitarios para anunciar sus servicios.
|
Sus servicios son conocidos por medio
de referencias en el medio en el que se mueve.
|
Entrega el trabajo en fechas
|
Agrega valor económico a su trabajo,
eficiencia y eficacia.
|
3.
Linkografia: