viernes, 29 de enero de 2016


Contenido

1. Introducción 3

2. Generalidades de la consultoría 4

1.1 Concepto, naturaleza de la consultoría 4

1.2 Alcances e importancia de la consultoría 6

1.3 Profesionalismo y la ética en la consultoría 9

1.3.1 El papel del administrador  en la consultoría 16

1.4 Certificación del consultor 19

1.5 Tipos de consultores 22

3. Conclusión 24

4. Linkografia 25

 
 

1.   Introducción

 

 

«El asesoramiento gratuito resulta a menudo demasiado caro.»

Autor desconocido

 

La época que nos ha tocado vivir es bastante preocupante, la vida cotidiana nos va enseñando que las cosas materiales han ido perdiendo su valor monetario, la devaluación del peso en nuestro país es eje fundamental que la economía tanto del país, como del mundo está cerca de padecer una crisis, y por ello es tan preocupante que dentro de una empresa se comiencen a ver los riesgos y la forma de superar cada reto de la actualidad.

 

La consultoría de empresas ha demostrado ser un servicio profesional de mucha utilidad que ayuda a los gerentes o directivos de las empresas a analizar y solucionar problemas que afronta la empresa.  Es por ello que es de vital importancia tocar este tema. A continuación se presenta una investigación que explica de manera detallada los principios básicos de la consultoría.

 



Generalidades de la consultoría  

 

1.1  Concepto, naturaleza de la consultoría

Conceptos:

El Instituto de consultores de empresas en México define la consultoría de empresas de la siguiente manera:

“La Consultoría organizacional es el servicio prestado por una persona o personas independientes y calificadas en la identificación e investigación de problemas relacionados con políticas, organización, procedimientos y métodos de trabajo de una organización y la recomendación de medidas apropiadas para su solución; y la prestación de asistencia en la aplicación de dichas recomendaciones”.

 

”La consultoría de empresas puede enfocarse como un servicio profesional o como un método de prestar asesoramiento y ayuda prácticos. Es indudable que se ha transformado en un sector específico de actividad profesional y debe tratarse como tal. Simultáneamente, es también un método de coadyuvar con las organizaciones y el personal de dirección en el mejoramiento de la gestión y las prácticas empresariales, así como del desempeño individual y colectivo.”

 

Las definiciones empleadas por otras asociaciones profesionales, son muy parecidas. Esto indica que la consultoría de empresas es un servicio al cual los directores de empresas pueden recurrir si sienten necesidad de ayuda en la solución de problemas. El trabajo del consultor empieza al surgir alguna situación juzgada insatisfactoria y susceptible de ser mejorada, y termina, idealmente, en una situación que se ha producido un cambio que constituye una mejora.

“Se entiende como cualquier forma de proporcionar ayuda sobre el contenido, proceso o estructura de una tarea o de un conjunto de tareas, en que el consultor no es efectivamente responsable de la ejecución de la tarea misma, sino que ayuda a los que lo son”.

 

Una consultoría se realiza generalmente cuando se percibe la necesidad de ayuda profesional por arte de la empresa, otras razones son cuando se detectan problemas entre lo planeado y lo realizado, para mejorar la situación actual sin necesidad de que ya se haya detectado un problema, mejorar las competencias de la organización o mantener el dinamismo en una empresa.

Hay distintos enfoques o acercamientos para hacer una consultoría uno de ellos es la consultoría colaborativa; como su nombre lo indica en ella hay una constante participación de ambas partes (cliente y consultor), en general nos dice que los trabajadores de la empresa son capaces de mejorar la situación, lo único que hace el consultor es aplicar su conocimiento para dirigir los esfuerzos en la dirección correcta.

En los últimos años la consultoría se ha extendido de forma impresionante y se ha ampliado considerablemente la gama de los servicios que pueden prestar los consultores.

  
1.2 Alcances e importancia de la consultoría.

 

El objetivo fundamental de la consultoría profesional es proporcionar recomendaciones viables e implantar medidas apropiadas para aumentar la productividad y la competitividad de las empresas.

En Estados Unidos de Norteamérica existen más de 7000 firmas de consultoría  de empresas y en México cada día se contratan más los servicios de las empresas que se dedican a la consultoría.

Las cifras son relativamente inferiores en Europa, pero en el Reino Unido y en muchos otros países europeos, el crecimiento de la consultoría ha sido muy notable los últimos 25 años.

En los países desarrollados las grandes empresas, las medianas e incluso las pequeñas, emplean frecuentemente los servicios de consultores profesionales.

En algunos países, las empresas pequeñas disponen de servicios de consultoría subsidiados por los gobiernos, como parte del fomento de la pequeña empresa.

 

Las características más importantes de la consultoría de empresas son los siguientes:

*     La consultoría es un servicio independiente, que se caracteriza por la experiencia e imparcialidad del consultor.

*     Su papel es el de actuar como asesor, con responsabilidad por la calidad e integridad de sus consejos.

*     La consultoría es un servicio que proporciona conocimientos y capacidades profesionales para resolver problemas prácticos.

*     La consultoría no proporciona soluciones milagrosas. Sería un error suponer que una vez que se ha contratado un consultor, las dificultades desaparecen.

*     La consultoría es un trabajo difícil basado en el análisis de hechos concretos y en la búsqueda de soluciones originales y factibles.

*     La consultoría debe dar resultados tangibles, concretos, específicos y congruentes en términos de tiempo y costo.

*     La empresa debe ver la contratación de una buena consultoría como una inversión y no como un gasto en términos de lo que va ganar con ella.

*     El carácter de la consultoría exige que toda situación sea vista en la perspectiva de oportunidades futuras.

*     El cambio es la razón de ser de la consultoría, cambios que mejoren el rendimiento de las empresas y al mismo tiempo, hagan más interesante y satisfactorio el trabajo del personal.

*     El consultor profesional debe estar estrechamente relacionado con el diseño, difusión y conocimiento de los nuevos sistemas, métodos y técnicas de dirección, administración y operación.

*     El consultor debe actuar como promotor de cambio y asegurar la máxima participación del cliente en todo lo que hace, de modo que el éxito final se logre con el esfuerzo de ambos.

*     La cooperación entre el cliente y consultor son tan importantes para el resultado final como la calidad y congruencia de los consejos que den el grupo de consultores.

*     La mayoría de los empresarios tiene diferentes problemas en la administración y operación de su empresa, también la mayoría de las veces saben que necesitan hacer algo, pero no saben exactamente qué y como, por lo que es aconsejable acercase con consultores expertos en desarrollo empresarial

 

Existen varias formas de proporcionar consultoría, entre las que destacan:

*     Resolver una necesidad o un  problema específico: La contratación de un servicio externo se da cuando el empresario define una necesidad o tiene un problema específico, pero no tiene el personal ni el tiempo para solucionarla y busca especialistas que lo ayuden.

*  Asistencia en diagnóstico: El empresario tiene necesidad de asistencia en diagnóstico, cuando detecta los síntomas de la enfermedad, pero no sabe diagnosticar la causa de los problemas y contrata expertos para que revisen la empresa y descubran las áreas o procesos que limitan el adecuado funcionamiento de esta.

*    Implantar o mejorar sistemas y procesos: También se contratan especialistas cuando se desea implantar sistemas o procesos nuevos o mejorar los ya existentes. Se puede corregir una situación que se ha deteriorado, o mejorar una situación, o crear una situación totalmente nueva.

*    Consultoría general profesional: La empresa requiere una consultoría profesional multidisciplinaria, cuando el empresario no sabe qué tipo de ayuda requiere pero detecta que las cosas no van como las tenía planeadas.

 

Un gerente o director de empresa puede recurrir a un consultor si percibe una necesidad de ayuda de un profesional independiente y considera que el consultor será la persona adecuada para prestarle esa ayuda. Sin embargo, ¿de qué tipo de ayuda estamos hablando? ¿Cuál puede ser el objetivo de utilizar a un consultor?

Las razones de la consultoría se pueden considerar desde diversos ángulos y describirse de diversas formas. Examinemos, primeramente, cinco razones amplias o genéricas que motivan a los clientes cuando recurren a consultores, independientemente de las diferencias del campo técnico de intervención y del método concreto de intervención utilizado:

*    alcanzar los fines y objetivos de la organización;

*    resolver los problemas gerenciales y empresariales;

*    descubrir y evaluar nuevas oportunidades;

*    mejorar el aprendizaje;

*    poner en práctica los cambios.

 
1.3 Profesionalismo y la ética en la consultoría.

 

Al expandirse la consultaría de empresas, hubo una época en que prácticamente cualquier persona podía llamarse consultor y empezar a ejercer como tal. En sus primeros años la ocupación atraía a individuos buenos, malos y mediocres. Usamos la palabra «ocupación» deliberadamente: las «profesiones» rara vez empiezan como tales. La conciencia y el comportamiento profesionales surgen cuando a la posesión de unos pocos conocimientos, característica de la primera época, sucede la aplicación competente de un cuerpo de conocimientos de aceptación general según normas de conducta reconocidas. Las profesiones médica y jurídica y las diversas profesiones científicas siguieron esta evolución, y la consultoría de empresas avanza por el mismo camino.

Definición de una profesión

Antes de examinar detalladamente cómo puede un consultor mejorar sus métodos profesionales, debemos mencionar los criterios normalmente utilizados para definir una profesión. Estos criterios, sobre los que se ha dicho y escrito mucho, se pueden resumir bajo cinco encabezamientos.

Conocimientos teóricos y prácticos

Existe un cuerpo definido de conocimientos propios de la profesión que se pueden adquirir mediante un sistema de enseñanza y capacitación profesional. El nivel necesario de conocimientos profesionales no se alcanza sin cierto número de años de experiencia práctica, además de una enseñanza superior completa, de preferencia con la orientación de miembros experimentados de la profesión. Además, la práctica de la profesión mantiene constantemente al día los avances importantes en la teoría y la práctica.

El concepto de servicio e interés social

El profesional pone sus conocimientos teóricos y su experiencia a disposición de los clientes a los que presta servicios a cambio de una remuneración apropiada. Los verdaderos profesionales se caracterizan por el «espíritu de servicio»: atienden a los intereses y necesidades de su cliente, a los que subordinan su propio interés. Sin embargo, consideran el interés del cliente desde una perspectiva social más amplia y tienen presentes las necesidades y los intereses sociales mientras prestan servicio a los clientes individuales.

 

El enfoque profesional

¿Cuáles son, pues, las características destacadas de un enfoque profesional en la consultoría de empresas? Algunas de ellas se pueden encontrar, en forma sucinta, en los códigos deontológicos adoptados por las organizaciones de consultores de empresas; en otros casos figuran en folletos de información publicados por las empresas de consultoría. Estas son las normas defendidas colectivamente, es decir, por los miembros de una asociación de consultores o de una empresa de consultoría que ha declarado oficialmente cuáles son sus normas éticas. No obstante, en muchas situaciones es imposible remitirse a una declaración oficial de normas que determinen el comportamiento profesional y ético. En esos casos el consultor se puede orientar por un código personal de ética y comportamiento profesionales, que representa su propia concepción de lo que es una práctica adecuada y una inadecuada, y de lo que es beneficioso para el cliente y para la comunidad y lo que no lo es.

El consultor ocupa una posición de confianza; el cliente cree muy probablemente que ciertas normas de comportamiento serán respetadas sin que tengan ni siquiera que ser mencionadas. Muchos clientes piensan que los consultores nunca utilizarían falsas credenciales y algunos clientes ni siquiera están en condiciones de evaluar la competencia técnica del consultor.

El consultor puede estar en una posición de superioridad técnica y poseer conocimientos teóricos e información de que carece el cliente. Por otro lado, el cliente puede estar en una situación de debilidad, incertidumbre e incluso angustia.

Cualquier consultor que aspire a convertirse en un auténtico profesional debe aclarar su propia concepción de la ética y las normas que ha de respetar en su colaboración con los clientes. Esto se aplica por igual a los consultores externos o internos, así como a toda persona que intervenga a título de consultor, aunque no sea un consultor a tiempo completo.

Las características siguientes de un enfoque profesional son esenciales.

 

Competencia técnica

La competencia técnica del consultor es la base del enfoque profesional.

Sobre todo, debe poseer el tipo de conocimientos teóricos y prácticos necesarios para un cliente particular. Por regla general, el consultor debe poder y querer evaluar críticamente sus propios conocimientos teóricos y prácticos al considerar un nuevo contrato o al llegar en su cometido a un punto en el que se necesitan otras competencias. Un consultor profesional nunca presentará una falsa imagen de sí mismo, pretendiendo que puede realizar una tarea que queda fuera de su competencia, incluso aunque esté escaso de trabajo y ansioso de obtener alguna misión.

 

Normas éticas

Existe un conjunto de normas éticas reconocidas, compartidas y aplicadas constantemente por los miembros de la profesión. Esas normas definen qué es un comportamiento apropiado y cuál no lo es en la prestación de servicios profesionales. Exigen más que el simple respeto de la ley: un comportamiento perfectamente legal no siempre es considerado ético por las normas profesionales.

Sanción de la comunidad y aplicación

La comunidad en que el profesional actúa y la clientela a la que presta servicios reconocen el papel social, la situación jurídica y las normas éticas y de conducta de la profesión. El reconocimiento puede ser explícito (por ejemplo, por medio de un texto jurídico que rija y proteja la práctica profesional). Este puede incluir definiciones de los niveles de instrucción y otros requeridos, y los exámenes especiales que se han de aprobar, así como de las conductas consideradas como no profesionales e ilegales y las sanciones correspondientes.

 

Autodisciplina y autocontrol

Cuando presta servicios a clientes, un miembro de la profesión aplica la autodisciplina y el autocontrol al observar las normas de conducta profesionales. La profesión se organiza en una o en varias instituciones a las que los miembros se adhieren voluntariamente (asociaciones, institutos, cámaras, etc.), ejerciendo de esa manera la autorregulación y el autocontrol colectivos con respecto a la aplicación de un código deontológico aceptado y al ejercicio de la profesión. Un objetivo igualmente importante de esas instituciones profesionales consiste en defender los intereses colectivos de la profesión, al tratar con representantes de los clientes y de la comunidad.

 

Los contratos de consultoría a menudo entrañan aspectos en los que el interés del cliente puede estar real o potencialmente en conflicto con los intereses sociales más amplios. O el consultor puede descubrir prácticas que, según las normas sociales imperantes o su opinión personal, son socialmente nocivas o indeseables, cuando no ilegales. El consultor se enfrenta con un auténtico dilema ético. Puede tener la posibilidad de solicitar asesoramiento de colegas más experimentados o de amigos, pero por último tendrá que resolver por sí mismo ese dilema, lo que puede resultar difícil.

Asociaciones profesionales

En varios países los consultores de empresas han establecido asociaciones profesionales voluntarias para que representen sus intereses comunes. Esas asociaciones han desempeñado un papel destacado en la promoción de las normas profesionales de la consultoría y han ayudado a esta nueva profesión a ganarse la confianza de los círculos empresariales y una buena reputación en la sociedad.

En general, las asociaciones de consultores de empresas contribuyen al fortalecimiento de la profesión mediante:

*      la constitución de un cuerpo común de conocimientos;

*      La determinación de los criterios mínimos de calificación con respecto a  las personas que se incorporan en la profesión (grado de instrucción, tipo y extensión de la experiencia, referencias, exámenes); • la concesión de un certificado (título) a los consultores de empresas;

*      la definición y adopción de un código de conducta y práctica profesionales para sus miembros;

*      la investigación de las denuncias de violaciones del código de conducta y la adopción de medidas disciplinarias.

*      el examen de los diversos aspectos de la consultoría de empresas, la organización de un intercambio de experiencias y la formulación de recomendaciones a los miembros sobre la forma de mejorar los métodos de consulta, la gestión de las empresas, la capacitación de los consultores y otras cuestiones importantes para la promoción de la profesión;

*      la organización de formas de capacitación para los consultores;

*      la facilitación de información sobre los servicios de que disponen los miembros y el asesoramiento para identificar a los consultores adecuados a petición de clientes potenciales;

*       la defensa de los intereses comunes de sus miembros al tratar con los gobiernos, las asociaciones que representan a los clientes y otras personas o grupos interesados en el desarrollo de la consultoría y la utilización de los servicios de los consultores.

 

La pertenencia a una asociación profesional es voluntaria, pero se elige por diversas condiciones que definen las características de los miembros y la adhesión a una obligación moral colectivamente aceptada. No todos los consultores son miembros. Existen casos de empresas de consultoría importantes que no reúnen todas las condiciones para ser miembros, o cuya dirección ha adoptado una postura elitista, considerando que una empresa profesional sólida y bien asentada puede definir sus propias normas y no necesita ninguna orientación o supervisión de una asociación profesional. Existen también consultores individuales que no son miembros, porque no cumplen algún criterio de admisión o porque no ven qué ventajas podrían obtener con su adhesión.

En algunos países, existen dos tipos de organizaciones de consultores: las asociaciones de empresas y los institutos o asociaciones de consultores individuales. Esto refleja las diferentes percepciones de lo que necesitan las empresas consultivas, a diferencia de los individuos empleados en la consultoría de empresas como consultores aislados. Las asociaciones de empresas tienden a concentrarse en la promoción de las empresas y en cuestiones en las que está interesada toda la consultoría, mientras que los institutos están principalmente interesados en las calificaciones y la promoción de los consultores individuales. Esta dicotomía es bastante común en el mundo anglosajón, aunque se han hecho varios intentos para transformar la «cohabitación amistosa» de estos órganos voluntarios en una colaboración directa e incluso en una integración.

Códigos de conducta

Las asociaciones profesionales de los consultores de empresas atribuyen suma importancia a los códigos de conducta profesional (ética, deontología, práctica profesional), que utilizan como instrumentos básicos para establecer la profesión y proteger su integridad, y para informar a los clientes acerca de las normas de comportamiento observadas por los consultores. Consideran los códigos como declaraciones que suponen, por parte de los miembros, una asunción voluntaria de la obligación de autodisciplina, que puede llegar más lejos que los requisitos de la ley.  Naturalmente, no es el código de conducta en sí, sino su aplicación rigurosa e inteligente por todos los miembros de la asociación lo que determina el valor profesional real y la integridad de los servicios de consultoría.

Muchos códigos contienen una cláusula en virtud de la cual los consultores se comprometen a no hacer nada que pueda menoscabar el prestigio de la consultoría de empresas como profesión. Esto deja un gran margen de discreción a los propios consultores, lo cual es bastante comprensible. Un código no puede ser excesivamente detallado y concreto, puesto que no sería aplicable a todos los miembros y en todas las situaciones en las que intervienen. Además, un código no puede prever nuevos problemas y situaciones futuras en las que los consultores deberán ponderar qué es profesional y qué no lo es. Como señaló Gordon Lippitt, «el proceso de evaluación constante del propio código deontológico y la aplicación de esas normas éticas debe proseguir a lo largo de toda la vida profesional, recurriéndose a colegas de confianza como puntos de referencia y aclaradores. La adquisición de una competencia ética reduce la ansiedad y aumenta la eficacia en la adopción de decisiones en situaciones concretas, por lo que ha pasado a ser un elemento constante en el proceso de consultoría»

 
1.3.1 El papel del administrador en la consultoría

El consultor-administrador no solo debe ser considerado como un profesional con conocimientos generales; sino como un coordinador capaz de dirigir grupos multidisciplinarios, evitando así la competencia con otras áreas especializadas (contaduría e ingeniería por ejemplo) que son reconocidas por  prestar este servicio. Llegar a ser un consultor supone una decisión de importancia y de tener una capacidad de análisis sobre las organizaciones con un enfoque dinámico, y no como sistemas estáticos; como unidades cambiantes de acuerdo a las condiciones internas y externas.

Aquí se encuentra una cuestión relevante para todo aquel que quiera ser un consultor: ¿Qué cualidades o competencias se deben desarrollar para ser un consultor de empresas? Respecto estas competencias que debe desarrollar un consultor se pueden clasificar en dos categorías:

A) Las intelectuales (o aptitudes), y;

B) Los atributos personales (o actitudes).

Dentro de las cualidades intelectuales se encuentra que los profesionistas dedicados a la consultoría deben contar con capacidad de aprender de los demás y saber evaluar lo qué los demás nos están tratando de decir, cualidad que todo profesionista dedicado a su área debe tener presente para la realización de su función, tomándolo como un principio fundamental para la prestación de cualquier servicio, ya sea de consultoría o dentro de la empresa. Hay que recordar que los consultores profesionales dentro de la organización deben tomar en cuenta los factores con los que tratan y que resultan fundamentales para la profesión y que son:

a)  Los factores culturales; y,

b)  el factor humano organizacional.

Estos  factores se deben tomar en cuenta por el consultor desde que empieza su labor de asesoramiento dentro de  la organización; ya que es su objetivo resolver los problemas que se susciten dentro de la organización, la que se encuentra formada por grupos de individuos, los cuales desempeñan funciones sociales, ritos y rituales que conforman la cultura de la organización en sí, no establecidas en las funciones administrativas.

El Licenciado en Administración como consultor

Para llevar a cabo esta tarea un buen consultor debe tener un perfil profesional con las siguientes características:

 

Tabla.  Descripción de los perfiles del consultor y del licenciado en administración

Consultor
Licenciado en Administración
Capacidad para analizar problemas complejos.
Tener conocimiento del proceso de toma de decisiones.
Tiene sentido del clima de la organización.
Tiene como objeto de estudio a las organizaciones
Ser ético.
Ser objetivo y ético
Contar con un sentido de la oportunidad para establecer relaciones personales  multidisciplinarias.
Ser un líder para el manejo de grupos multidisciplinarios.

Elaborado con base en Kubr (2009) y FCA-UNAM (2010)

 

Como se puede apreciar en el cuadro anterior el Licenciado en Administración está capacitado para la actividad profesional de consultor, inherente a la naturaleza de los planes de estudio de la carrera ya que dentro de las aulas la información recibida es tan variada que podemos trabajar con otras áreas del conocimiento aplicables dentro de la consultoría. Es decir el mejor candidato para llevar a cabo las mejoras a una organización es precisamente el encargado de su estudio y por su preparación educativa el  Licenciado en administración es el indicado. Es hasta estas fechas que la consultoría está considerada dentro de los planes de estudio, con la finalidad de que el egresado no ignore esta área dentro de su campo de actuación.

El Licenciado en Administración tiene por objeto de estudio a la organización, sus áreas, procesos y aplicación de recursos; enfocado principalmente dentro de las áreas funcionales de la misma: producción, finanzas, mercadotecnia y recursos humanos, estancándose solo para laborar dentro de la organización con los sistemas ya determinados por la misma, sin que el Licenciado en Administración se preocupe en volver eficientes los modelos ya establecidos, o reinventándolos. Esto también se debe a la inercia al cambio que ejercen los mandos ejecutivos de la organización, así como a carencias culturales de nuestro país. Como se mencionó anteriormente, es con los individuos que forman y dirigen las organizaciones, con los que el consultor debe tratar, antes y durante la realización de su función dentro de la organización.

Sin embargo la consultoría para las diversas profesiones que la llevan a cabo, la conceptualizan como una actividad meramente complementaria de su actividad principal, es decir los profesionales ven en la actividad de consultoría no un estilo de vida sino una forma complementaria del desarrollo de su actividad profesional.

 

1.4 Certificación del consultor.

Certificación y concesión de licencias

Otro tema manifiestamente polémico que se debate no sólo en las empresas y asociaciones de consultores, sino también en los círculos de los usuarios, es el de si se ha de aplicar la certificación (el título profesional) o la concesión de licencias a los consultores de empresas. Este debate es indicativo de las aspiraciones profesionales y del sentimiento creciente de responsabilidad social de los consultores, así como de los diversos factores que retrasan la profesionalización.

En algunos círculos se considera que la certificación constituiría un paso hacia un reconocimiento amplio de la consultoría de empresas como una auténtica profesión. Las empresas, las administraciones públicas y el público en general desean tener una garantía de que los consultores de empresas que participan en decisiones importantes en los sectores privado y público son profesionales probados. La certificación contribuiría a promover la situación internacional de los consultores de empresas y les ayudaría a competir con otras profesiones, en las que la certificación es una práctica establecida hace tiempo. Por último, la certificación debería aplicarse a individuos y no a empresas: «Ninguna auténtica profesión se puede basar en la calificación de empresas», escribió en 1962 James Sandford Smith, presidente fundador del Instituto de Consultores de Empresas del Reino Unido.

Por otro lado, se plantean varias objeciones: que la certificación no puede garantizar sino la aplicación de criterios generales y bastante elementales de admisión a la profesión; que no puede probar que el consultor sea idóneo para un trabajo determinado; y que, después de todo, la consultoría de empresas es un negocio en sí y que un consultor que pasa la prueba del mercado encontrando a un número suficiente de clientes no necesita ningún documento que certifique su competencia.

Los que se oponen a la certificación alegan asimismo las dificultades que entraña la determinación del alcance de la consultoría de empresas, la falta de un cuerpo de conocimientos generalmente aceptado y la superposición entre la consultoría y otros sectores profesionales. Algunas empresas importantes rechazan la legitimidad de los institutos de consultoría para certificar a sus empleados. En el mejor de los casos accederían a la certificación de individuos que actúan por su cuenta.

Avance hacia la certificación

Los hechos muestran que la certificación está haciendo lentos progresos.

En varios países los institutos nacionales de consultoría de empresas han introducido un procedimiento de certificación voluntario; los candidatos que satisfacen los criterios pasan a ser «consultores de empresas autorizados».

También ocurre que el consultor debe cumplir determinados criterios para pasar a ser miembro de pleno derecho en el instituto; la condición de miembro de pleno derecho equivale, por tanto, a la certificación.

Por ejemplo, los consultores pueden pasar a ser miembros de pleno derecho del Instituto de Consultores de Empresa del Reino Unido, si reúnen las condiciones siguientes:

*      dedicación a tiempo completo a la consultoría de empresas;

*      título o calificación profesional equivalente;

*      un mínimo de cinco años de experiencia de consultor de empresas a tiempo completo (período reducido a tres años, si el solicitante es un miembro asociado y ha sido empleado por una empresa de consultoría que cuenta con un sistema de capacitación reconocido por el Instituto);

*      recomendación de dos miembros del Instituto;

*      entrevista con la junta de examen de las solicitudes.

Otros institutos pueden haber elegido condiciones diferentes, con inclusión de exámenes escritos, la participación en un programa especial de perfeccionamiento del consultor o la reserva de la condición de miembro a los consultores externos.

Para promover y uniformar la certificación en todo el mundo, el Consejo Internacional de los Institutos de Consultoría de Empresas ha establecido un modelo internacional. Como un conjunto de requisitos mínimos para pasar los procedimientos de certificación nacionales. El modelo tiene por objeto alcanzar una reciprocidad internacional entre los institutos miembros, gracias a la cual la certificación otorgada por un instituto miembro sea reconocida por otros institutos que participan en el sistema.

Sin embargo, el avance hacia la certificación ha sido lento y aún subsisten cuestiones polémicas. Pocos clientes están al tanto de la existencia de la certificación, que se utiliza, en consecuencia, raras veces como un requisito de recalificación para la selección de los consultores. El número de consultores autorizados sigue siendo pequeño: unos 3 600 en el Reino Unido (del 15 al 30 por ciento de la población de consultores, según la definición utilizada), pero no pasa de 1 700 en los Estados Unidos (aproximadamente el 2 por ciento), cifra inferior al del vecino Canadá (2 200).

Concesión de licencias

La certificación y otros procedimientos análogos son voluntarios y se dejan en manos de las organizaciones privadas de consultores. La concesión de licencias o el registro oficial puede ser obligatoria. Esto significa que, para ejercer la profesión, un profesional (empresa o persona individual) debe solicitar y obtener una licencia oficial, que se concede si el profesional reúne ciertos criterios. La certificación no tiene que responder a ningún criterio. La licencia se puede retirar en casos de mala conducta. La concesión de licencias puede corresponder directamente a una autoridad estatal, o delegarse en una asociación de miembros, que actúa con la orientación y vigilancia de la administración pública.

En general, los consultores de empresas tienen escasa experiencia con respecto a la concesión de licencias; sus opiniones sobre esta práctica reflejan principalmente sus actitudes generales con respecto a la libre competencia y a la intervención estatal. Algunos consultores se oponen enérgicamente a la idea de la concesión de licencias, que consideran como una violación innecesaria de su libertad. Otros tienden a reconocer que el avance hacia el profesionalismo puede requerir cierta forma de concesión de licencias flexible y no burocrática, desempeñando a este respecto un papel esencial una organización profesional que disfrute de una excelente reputación y de la plena confianza no sólo de los consultores, sino también de los clientes, las autoridades estatales y el público en general.

1.5 tipos de consultores:

Los consultores pueden ser “externos” a la organización, que es el caso más generalizado cuando se desea aplicar enfoques o técnicas sobre los cual es la organización no cuenta con especialistas; o internos, cuando se utilizan directivos o especialistas de la propia organización. Entre las ventajas de los “consultores externos” se señalan que: es independiente, tiene un juicio “fresco, imparcial y no comprometido” con los problemas de la organización, maneja experiencias de otras organizaciones, puede tener más credibilidad que miembros de la organización. Entre las desventajas están que: no conoce la estructura, la cultura organizacional ni la empresa, por tanto, debe emplear algún tiempo en familiarizarse con el medio, aunque nunca conocerá la organización como los que “viven” en ella. En el caso de los “consultores internos” entre sus ventajas se encuentran que: conocen la estructura, las personas y los procedimientos, esta “disponible” todo el tiempo, es un especialista en algún área de la empresa, conoce los problemas a fondo. Entre las desventajas se encuentran que: se le considera de la “familia” y, por tanto, puede tener menos credibilidad y autoridad que un externo, puede influenciarse por la “historia” y prejuicios sobre procesos y personas, no puede aportar experiencias de otros lugares.

Además podemos decir que existen dos clases de consultores:

*      Consultor Junior: es aquél que tiene poca experiencia en el manejo de casos de empresas y su personal y pregunta: ¿qué quieres hacer?

*      Consultor Senior: persona con experiencia y visión empresarial y dice: así veo las cosas, no puedo decirte lo que quieres escuchar.

 

Actitudes

Consultor junior
Consultor senior
Comienza a conocer las dinámicas que se manejan en la empresa en particular.
Conoce las dinámicas que interactúan en el mercado.
Su conocimiento se concentra en las estrategias de la empresa en que se encuentra.
Conoce la estrategia del grupo empresarial por entero.
Se alinea a lo que el cliente quiere hacer.
Es creativo en la dinámica del cliente.
Poco conocimiento del área de negocios se limita a los procesos.
Involucrado con el medio a través de la lectura de temas de actualidad: el cliente espera que sepa de negocios.
Su intervención es espontanea.
Crea metodología de intervención con el cliente.
Supervisa y ejecuta al mismo tiempo.
No supervisa lo que no ha ejecutado.

 

Aptitudes:

Juventud.
Experiencia.
Superficialidad.
Profundidad.
Su manejo se basa en “teorías”.
Involucrado en los negocios.
Puede ser más creativo.
Se puede enlatar.
Utiliza medios publicitarios para anunciar sus servicios.
Sus servicios son conocidos por medio de referencias en el medio en el que se mueve.
Entrega el trabajo en fechas
Agrega valor económico a su trabajo, eficiencia y eficacia.

 
 
 
 
3.   Linkografia:

 

Bibliografía:

Kubr, M„ (dir.)

La consultorio de empresas: guía para la profesión

Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, tercera edición (revisada), 1997